Hace unos días salí a pasear con mi perrito al que llamo Cristalino. La zona donde tranquilamente paseaba estaba
llena de árboles frutales, entre los cuales destacaba un hermoso manzano, de cuyas
abundantes ramas sobresalían unas rojas y hermosas manzanas. Esas exuberantes manzanas, cantaban las
maravillas de nuestra Madre Naturaleza y a su Creador. Contemplando una de aquellas frutas, cogí una
para saborearla y saciar mi apetito. Fue
entonces cuando un pensamiento espiritual vino a mi mente, me preguntaba a mi
mismo la inmensa suerte de haber nacido un ser humano, que puede tener los
sentidos de ver y saborear aquella manzana.
Alguien divino tuvo que otorgarme este don llamado sentido, para que
pudiera reflexionar y saborear aquella manzana.
Siempre me he considerado escéptico sobre algo que concierne a la religión,
por supuesto, nuestro sentido no nació de la nada. Es tanta la ventaja que tenemos sobre el
reino animal, que es de agradecido saber que se nos dio un alma y los sentidos,
eso nos diferencia de los animales. El
Creador nos dio este regalo, también me maravillo ante el vuelo de una
mariposa, allí también puedo ver la mano del Creador, lo mismo que una simple
manzana.
Claro que mis dudas y contradicciones vuelven a
instalarse en mi celebro, al ver las contradicciones que se dan hasta en el mismísimo
Creador. Un ejemplo que me lo confirma,
es saber que en Sudáfrica, a los que estaban a favor del régimen racista, se le
colgaba un neumático sobre el cuello, y se le rociaba con gasolina, luego le prendían
fuego. De esta cruel manera los
guerrilleros de Nelson Mandela luchaban por su causa. Es entonces cuando me cuestiono, ¿Dónde está
el Creador de la manzana? Pues tengo
entendido que fuimos creados a su imagen y semejanza. Luego algo está mal, cuando permite que se dé
muerte de esa manera tan espantosa, digo yo.
Les dejo con esta sentencia del gran filosofo francés, Denis Diderot.
“El Dios de los cristianos es un padre muy ocupado con
sus manzanas, pero muy poco ocupado con sus hijos.”
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