Ha
tenido mucha gracia que la salida de Luis Bárcenas de la prisión, coincidirá
con la magna convención del Partido Popular. En mi opinión la Convención del
partido de Rajoy ha sido lo más parecido a un conclave de papagayos robóticos.
¿Qué otra cosa se puede decir de una convención, en donde todos los asistentes
dicen Amen, a lo que dice el gran hermano de turno? Ni una sola voz de disidencia se escuchó entre
tantos papagayos robóticos. Por este hecho la convención tenía toda la
parafernalia de las reuniones del Politburó soviético, o de las multitudinarias
reuniones del partido de Hitler. Sería de desear algo de frescura y
autocriticas en estas reuniones de papagayos robóticos. Como si de antemano se
hubieran puesto de acuerdo, todos lanzaron sapos y culebras, contra unos de los
suyos. Todos decían que tal elemento ya no era del partido, neganban con todo
cinismo que Bárcenas repartiera sobres con dinerito fresco a diestro y a siniestro.
Alguno llegó a decir que Bárcenas se lavara la boca con lejía. En pocas
palabras todos eran inocentes de los chanchullos de la doble contabilidad del
partido.
Para
reafirmar que el partido goza de total unidad, se invitó como gran estrella de
la convención, al señor del bigote, ¡sí hombre!, ese que participo en la
reunión de las Azores. Los culpables de la destrucción de una nación llamada Iraq.
El señor del bigotito habló con tintes apocalípticos, sobre una hipotética
victoria del partido político Podemos. Ya ven en plena democracia, nadie tuvo
la honestidad de decir que algo malo habrá hecho nuestro partido. En fin
algunos prefieren ser un papagayo robótico, a ser un poco ético con su conciencia.
Púes eso, que siga la fiesta de los
papagayos robóticos, eso sí, que no se les atragante el alpiste si el ciudadano
de a pie decide darle el voto a Podemos.