Reflexionando
sobre el pavoroso terremoto ocurrido en Nepal, uno se pregunta la razón del
porque los dioses, y su aliada la madre naturaleza nos tratan a veces de forma
tan inmisericorde a nosotros los seres humanos. Desde que el hombre dio sus primeros pasos en
este planeta, tanto los dioses como la cruel naturaleza no han dejado de machacarnos
sin ninguna compasión. A nivel religioso
hemos empuñado la espada y el hacha unos contra otros, con la única razón de hacer
creer a los demás en nuestros infantiles dogmas. Por supuesto nuestra ingrata madre la
naturaleza nos obsequia desde el comienzo de los tiempos con un cúmulos de
terribles calamidades y catástrofes, llamese terremotos, tornados,
inundaciones, sequias, hambrunas, y demás plagas.
Como
es natural nosotros los indefensos humanos, hemos sido las víctimas inocentes
de los caprichos de estas dos formas que rigen nuestros destinos. Me pregunto
si en alguna otra parte del Cosmo, los dioses y la naturaleza tienen la misma
potestad de hacer infelices a las formas de vida que haya por allí. Es por esta sencilla razón que se podría
cambiar el titulo de la novela de Aldous Huxley de Un Mundo Feliz, por este
otro de un Mundo Infeliz, digo yo.