En
la larga historia de la iglesia católica, los indignos representantes de Cristo
en la tierra han dado muestra de innumerables casos de corrupción, abusos sexuales,
y guerras sangrientas para no perder su divino poder. En el Renacimiento los casos fueron bastantes sórdidos
por cuenta de diversos Papas que ocuparon el Vaticano. El Evangelio por ejemplo fue distorsionado y
prostituido en beneficio de más de un papa de aquella época. En el siglo pasado, el caso más infame lo
cometió Su Santidad Pio 12. Este
elemento nunca intentó condenar las atrocidades del gobierno de Hitler. Hoy
tenemos un Papa bastante especial. Se
trata de un admirador del Peronismo más totalitario, también nunca condenó a los
sanguinarios terroristas llamados los Montoneros. Es obvio que este elemento siempre simpatizó con
la Izquierda más infame.
En
las últimas semanas, el Sumo Pontífice ha demostrado que el cargo que ocupa es demasiado
grande para su estatura moral. Un caso
donde la hipocresía y el cinismo se dan la mano, lo demuestra el Santo Padre al
presentarse para ser entrevistado en el programa Salvado. Yo si fuera un ferviente católico, me causaría
cierta vergüenza, que el representante de Cristo se preste a participar en un
programa tan falso y demagógico. En dicha entrevista el Papa dijo que lloró al
ver que en la frontera de Ceuta con Marrueco, el gobierno español haya puesto
las famosas concertinas. Esto impide que
las olas de inmigrantes ilegales puedan pasar tranquilamente a territorio
español. Yo le diría a este grandísimo
Samaritano, que abra las puertas de La Ciudad del Vaticano, y se digne acoger a
las decenas de miles de africanos procedente del Sahara. Púes señor Badoglio, hay que predicar con el ejemplo,
digo yo.