A veces en esta vida cada uno recibe lo que ha cosechado y desde luego esta rata que fue presidente de la República francesa finalmente ha dado con sus huesos en la prisión. Eso sí, la ridícula condena de cinco años por recibir 50 millones de euros para su campaña electoral del 2007 financiada por el líder libio Gaddafi es una ofensa al sentido común. Lo más siniestro de este turbio personaje es que fue el que impulsó la destrucción del régimen que imperaba en Libia. Suya es también la culpabilidad en la atroz muerte del líder libio. Ahora después de tantos años la meliflua justicia francesa sólo le condena a esta suave sentencia. En otras épocas su cabezota sería un buen plato para la guillotina, dijo yo.
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