El 12 de Septiembre de 1974 fue un día amargo para el pueblo milenario de Etiopia. En ese fatídico día un sangriento golpe militar liderado por Mengistu Haile Marian acabó con el régimen feudalita del emperador Halie Selassie, más conocido como El Negus, o Rey de Reyes, púes en su megalomanía se creía la encarnación de Cristo. Éste personaje era una leyenda para los etíopes, el lidero en los años treinta la lucha contra las tropas fascistas y colonialistas de Benito Mussolini. De una manera brillante el Negus supo infligir una humillante derrota a las tropas italianas. Púes bien 40 años después de aquella gesta, su trono y su vida sucumbieron ante los delirio de un nuevo poder que estaría encarnado por el sanguinario Mengistu. Este personaje era un enamorado del modelo soviético y en su despacho tenia enormes retratos de Marx, Lenin, Stalin y Mao. En su delirio comunista se veía como un nuevo mesías que salvaría al Tercer Mundo de las garras del imperialismo occidental. La dictadura de este nuevo Negus Rojo duró 17 largos años, que anego de sangre y dolor al pueblo etíope. Este criminal tenia unos escuadrones de la muerte llamado los terribles Kebeles. Durante 1977 a 1979, las calles de la capital de Etiopia amanecían sembradas de cientos de cadáveres.
Estas salvajes matanzas eran ejecutadas contra jóvenes opositores a la dictadura comunista de Mengistu, y los Kebeles eran los verdugos en esas sangrientas carnicería. Pero no solo eso, el propio Mengistu estranguló con sus propias manos al Emperador Halie Selassie en 1975. El terror rojo que se abatió sobre Etiopia se cobró más de medio millón de victimas. Lo más sórdido de esto era que contaba con la estimable ayuda de la Unión Soviética y la Cuba castrista de Fidel. Los soviéticos tenían a 10,000 agentes que ayudaron en las tareas de represión contra la oposición al tirano Mengistu. Una de las medidas que implantó Mengistu en Etiopia tras su toma del poder fue la abolición de la propiedad privada. También se mandaron a los campesinos a trabajar en las comunas, siguiendo el modelo de la Revolución china. Mengistu fue culpable de la gran hambruna ocurrida en 1984 que causaron cientos de miles de muertos. Esto se debió a su nefasta planificación en lo relativo al sistema agrícola del país a la tala indiscriminada de los bosques. Eso sí, el miserable destinaba el 50 por ciento del PIB en gastos militares, sin impórtale la muerte por hambre de miles de niños etiopes. En la década de los 80s la URSS le dio al gobierno comunista de Mengistu ayuda por valor de 10,000 millones de dolares. Ese dinero no fue desde luego a paliar las calamidades y condiciones de vida del ciudadano etiope. El reinado de este chacal terminó finalmente en 1991. Ahora vive ricamente en Zimbawe en donde es protegido por el cruel Robert Mugabe, otra hiena asesina, digo yo.
September 12, 1974 was a bitter day for the ancient people of Ethiopia. On that fateful day the bloody military coup led by Mengistu Haile Marian ended the feudal regime of Emperor Halie Selassie, better known as the Negus or King of Kings, a result of his megalomania as he believed himself to be the incarnation of Christ. This character was a legend for the Ethiopians, as he led the fight in the 1930s against the colonialist and fascist troops of Benito Mussolini. The brilliant Negus was able to inflict a humiliating defeat upon the Italian troops. Well, 40 years after that victory, his throne and his life succumbed to the rising new power embodied by the bloodthirsty Mengistu. This character was a lover of the Soviet political model and in his office there were huge portraits of Marx, Lenin, Stalin and Mao. As part of his Communist delirium, he was perceived as the new Messiah who would save the third world from the clutches of Western imperialism. This new communist Negus dictatorship lasted 17 long years and caused bloodshe and pain to the Ethiopian people. This criminal counted on the support of his death squads called the terrible Kebeles. During 1977 to 1979, the streets of the Ethiopian capital was often piled up with hundreds of corpses.
These wild massacres were carried out against youths who opposed the Communist dictatorship of Mengistu, and the Kebeles were the perpetrators of the bloody carnage. But not only that, the Mengistu himself strangled with his own hands the Emperor Halie Selassie in 1975. The red terror which hit Ethiopia claimed more than half a million of victims. The most sordid of this was that it had the estimable aid from the Soviet Union and Cuba of Fidel Castro. The Soviets had 10,000 agents who helped in the tasks of repression against oppositors to the tyranny of Mengistu. One of the measures which Mengistu implemented in Ethiopia after seizing power was the abolition of private property. He also sent the farmers to work in the communes, following the model of the Chinese revolution. Mengistu was also guilty of the great famine in 1984 which caused hundreds of thousands of deaths. This was due to his ill-fated planning with regards to the agricultural system of the country as the result of the indiscriminate felling of forests. At the same time, he allocated 50 per cent of GDP on military expenditures, as he could not give a damn about the deaths by starvation of thousands of Ethiopian children. In the Decade of the 1980s the Soviet Union provided the Communist Government of Mengistu with aid amounting to 10,000 million of dollars. That money was of course not designated for the alleviating of the calamities and the improvement of the Ethiopian citizens living conditions. The reign of this jackal was finally ended in 1991. He now lives a life a riches in Zimbabwe where he is being protected by the cruel Robert Mugabe, another remorseless killer.
De hienas asesinas, mejor sería no insultar a las pobres hienas, la maldad existe, nos rodea y en cuanto te descuidas asalta el poder.
ResponderEliminarCuanto hijodeputa y los que quedan. Buen relato recordando esa época en un país donde la vida nunca valió gran cosa y aún ahora siguen pasando hambre y miseria.
ResponderEliminarDice un refrán que Dios los cría y ellos se juntan. Y aún hay quienes ponen la mano en el fuego por Castro y salen como cotorras a soltar cuatro paridas.
ResponderEliminarNo es de extrañar que, con gobernantes así, llegue un momento en que la gente se rebele y la sangre corra. Para esa gente la vida no tiene valor, salvo la suya.
La historia está llena de tipos como este...
ResponderEliminarEs que para ciertos personajes el ser humano le importa un bledo, típico de personajes hijos de putas.
Saludos Agustín.