El casco sobre mi mesa |
Sentado ante el televisor y con Cristalino, degustando unas alas de pollo, las noticias hablan del asesinato y posterior violación de una adolescente en los cañaverales cerca de una tranquila playa. La crónica de suceso se amplia con el choque brutal de un coche ocupado por tres jóvenes que circulaban a toda velocidad, y en dirección contraria contra un camión cisterna cargado con gas. La noticia resalta la milagrosa salvación del conductor del camión, algo inexplicable para la policía que sigue el caso, y de la terrible muerte de los ocupantes del coche. Sin un ápice de remordimiento apago el televisor para examinar nuevamente el extraño casco de cobre. Todo es igual como en la playa. Sólo un pequeño tornillo que parece a punto de caer. Con un destornillador logro ajustarlo.
Han pasado tres meses de los sucesos narrado y continuo con mi laborioso trabajo de traductor, viviendo en un tranquilo y apacible pueblecito de la costa mediterranea junto a mi fiel Cristalino. Más la curiosidad me obliga a preguntarme si quiero volver a ponerme el insólito casco otra vez. Las dudas me asaltan y trato de concentrarme en mi trabajo. Al final tras unos días de vacilación decido ponerme el casco de cobre.
La chica en la clínica |
Son las 10 de la mañana de un lluvioso día de otoño y hasta Cristalino parece sentir el aburrimiento al no poder salir para corretear por la playa. Una vez el casco en mi cabeza, al segundo puedo ver una clínica que se especializa en abortos clandestinos en la ciudad de Barcelona. La clientela esta compuesta de cuatro adolecentes que no pasan de los 15 años, una de ellas de origen africano. Rápidamente con la ayuda del casco penetro en sus mentes. Y con una facilidad pasmosa les disuado de su innoble acto. Entre sollozos abandonan la repulsiva clínica ante las protestas airadas de los tres médicos y sus dos enfermeras. Una vez que las muchachas se han marchado puedo contemplar como los médicos discuten entre ellos por la irreparable perdida de unos miles de euros que le hubieran generado su asqueroso oficio de matarife.
El incendio |
Al cabo de dos horas decido provocar un voraz incendio en la macabra clínica. Aunque las llamas se apoderan del edificio, los médicos y las enfermeras consiguen ponerse a salvo. Por la noche ante el televisor oigo que las noticias hablan de un extraño incendio que ha destruido por completo una moderna clínica donde se practicaban abortos ilegales. Las pérdidas según las noticias se elevan a un millón de Euro. Sin poder contenerme, una estruendosa carcajada brota de todo mí ser. Y Cristalino se une a mi euforia dándome lametones sin parar. (Continuará)
Seated before the television set with Crystalline and enjoying a plate of delicious chicken wings, I watch on the news the segment on the murder and rape of an adolescent girl in the cane plantations near a calm beach. The chronicle of events ended in the brutal collision of a car that carried three young people who was driving at full speed, and in the opposite direction of an oncoming truck loaded with gas. The news emphasizes the miraculous salvation of the driver of the truck, something astounding for the police that are investigating the case. Without a grain of remorse I switch off the television, and begin to examine the strange copper helmet. Everything seems the same as before on the beach. There is only a small screw that seems to be on the verge of falling off. I tighten it with the help of a screwdriver.
Three months have gone by since the night of the events narrated, and I continue with my work as translator, living in the quiet and calm town on the Mediterranean coast together with my faithful friend Crystalline. But my curiosity forces me to think about putting on the unusual helmet again. I try to concentrate in my work, while I am filled with doubts. After days of hesitation I decide to put on the copper helmet again.
It is 10 in the morning of a rainy day in autumn and even Crystalline seems to feel the boredom, not being able to run free on the beach. With the helmet is on my head, immediately I can see a clinic that specializes in illegal abortions in the city of Barcelona. The customers are comprised of four adolescents that are hardly 15 years of age, with one of them of African origin. Quickly with the aid of the helmet I penetrate into their minds. And with an amazing facility I dissuade to them from their heinous act. Sobbing, they leave the repulsive clinic, and leaving behind the angry protests of the three doctors and their two nurses. Once the girls have left, I contemplate as the doctors discuss among themselves the irreparable losses of thousands of Euros that could have generated their business.
After two hours I decide to provoke a voracious fire in the macabre clinic. Although the flames consume the building, the doctors and the nurses are able to save themselves. At night before the television set, I hear the news speak of a strange fire that has destroyed a modern clinic where illegal abortions were being practiced. The losses according to the news total a million Euros. Without being able to contain myself, I let out an uproarious outburst of laughter. And Crystalline partakes in my euphoria, licking me on the face without stopping.
(To be continued)
Buenos trabajos con ese casco-milagro. Debieras de prestarnoslo por días y en turnos.
ResponderEliminarUn casco justiciero.
ResponderEliminarLa vida es lo único que tenemos, nos pertenece, es nuestra vida y nadie es quién para arrebatárnosla y menos arrebatársela a seres indefensos en el vientre de sus madres. Pero lo peor, con todo, es disfrazar todo esto de progreso y derechos de la mujer.
Que nos den el derecho a tener a nuestros hijos en otro tipo de mundo menos egoista y con más futuro, así nos harán felices.
Seguiremos con expectación la evolución de la historia.
ResponderEliminarPorqué no lo usas para lavarles el cerebro a nuestros políticos.
ResponderEliminarEn España, al dia de hoy, el aborto està legislado y hay clínicas legales. Para que nadie tenga que irse fuera en clinicas desconocidas, ignorar esto es de retro, cuantas mujeres tuvieron que salir fuera para hacerlo en unas medidas sanitarias precarias, en tiempos pasados.No serè yo el que diga que una mujer debe abortar, pero si quiero que tenga la libertad de elegir en tener o no tener un hijo no deseado.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
Que bueno es casco ese amigo, como dice Javier tendrías que prestárnoslo por turnos, yo te mandaría mi guillotina encantando, jajaj.
ResponderEliminarSaluditos.
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ResponderEliminareso es un casco! buena narración, Agustin
ResponderEliminarsaludos blogueros