Al leer la noticia y ver sus horripilantes fotos, mi
primera reacción fue de una cierta repugnancia. No podía imaginar que un joven colombiano de
22 años, pudiera llegar al paroxismo de la autodestrucción más terrible, de amputarse
nariz, orejas y labios, para tener un parecido similar a la muerte. No solo eso, su cara está surcada de un
tatuaje dantesco, que hace que este joven sea lo más parecido a una calavera. Vuelvo a ver otra vez las fotos, y un
sentimiento de compasión invade mi ser. Me
pregunto, ¿quien acariciará ese rostro y besará esa boca? Seguramente esta persona no meditó el daño que
él mismo se ha infligido, y el que ha infligido a sus seres queridos. Es probable que en su corta existencia, la
violencia y la marginalidad hayan sido su único vínculo con la sociedad. Éste joven sabe que con su locura, se ha
creado enemigos de por vida. Muchos le tomaran por un demente algo mimético.
Nadie en su sano juicio llega a un límite
tan degradante de automutilación.
Opino que la compasión de los que les rodean es más necesaria
que nunca, aunque este joven alardeó de lo que ha hecho. Desde luego ni él llegará a saber dónde
empieza y acaba el límite de su locura, al menos que uno piense que puede estar
poseído por un ser maligno, digo yo.
Es que para llegar a esos extremos, tiene que funcionarle muy mal la cabeza. Además de loco, tiene que tener una mente muy retorcida; tan retorcida, que es irrecuperable
ResponderEliminarUn abrazo
Hoy es muy normal llegar a ser in bicho raro.Los politicos actuales de nuestra nation son tambien retorcidos,saludos,
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