No siendo Pedro Sánchez santo de mi devoción, ni por su
dogmatica ideología que tanto sufrimiento causó a nuestra patria en el pasado,
es justo sin embargo alabar su fuerte tenacidad, y por tener fe en que podía
vencer democráticamente a la Vieja Guardia y a su poderosa nomenclatura. Es necesario recordar que fue su coherencia
en rechazar el sí a la investidura de Mariano Rajoy, la causante de su
antidemocrática defenestración de secretario general de los socialistas. Como una clásica conjura digna de un drama de Shakespeare,
se unieron los apergaminados dinosauros como Felipe González, Alfonso Guerra y
una legión interminable de burócratas para derribarle y poner a un palanganero
provisionalmente en su lugar.
Pero una vez más la militancia socialista, que es la que
da el poder a los lideres, es la que ha hecho justicia poetica, dándole una
nueva oportunidad. Como oponente a la
secretaria general tuvo a Susana Diaz, alguien que representa la más rancia de
las corrupciones en su cortijo particular, que no es nada más y nada menos que Andalucía. Esta mediocre señora estaba arropada por los
medios de comunicación, los barones autonómicos que chupan de las ubres de mama
Estado, y el pánico imbuido a los votantes de que sería el Apocalipsis el
triunfo de Pedro Sánchez. Creo que es
ahora cuando el reelegido secretario general, tendría que sacar la guillotina y
sin un gramo de piedad, mandar al paro a tantos traidores que le daba por
muerto políticamente, digo yo.
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