Estos días una pobre mujerzuela ha cometido el increíble acto de heroísmo de simular una masturbación dentro de una iglesia con un crucifijo. Me pregunto si esta depravada escoria humana haria lo mismo en una mezquita. Claro, eso son palabras mayores. Pues su cabeza de cerda probaría el afilado filo de un buen alfanje si pensara cometer tan sacrilega acción. Una vez más, las benigna leyes de Occidente premian a los perpretadores de estas abominaciones con la clásicas frase de que "tan poco es tan grave la ofensa". En fin esta FURCIA estaría mejor sirviendo su escasa belleza en un prostíbulo, digo yo.