Cuando
hablamos de los crímenes de guerra ocurrida en la Segunda Guerra Mundial, todas
las atrocidades recaen sobre los malvados nazis, y su profeta de la destrucción,
Hitler. Claro que también en el bando de
los británicos, hubo dos despreciables elementos que no se quedaban atrás. Uno fue el genocida y militarista de Churchill,
y el otro el Mariscal de la Real Fuerza Britanica, Arthur Harris. Éste Harris, o como popularmente se le llamaba
Bomber Harris, fue el encargado de destruir ciudades tan hermosas como Berlín,
Colonia, Hamburgo y por supuesto la martirizada Dresde. La Royal Air Force arrojó durante tres años la
descomunal cifra, de un millón de toneladas de bombas sobre 131 ciudades y
pueblos importante de Alemania. Éstos
aterradores y terroristas ataques ocasionaron más de 600,000 muertes entre la indefensa población civil. No solo eso, alrededor de tres millones de
viviendas fueron destruidas. Como consecuencia de estos actos del mal brutal
terrorismo militar, siete millones de ciudadanos alemanes perdieron sus casas.
El
terrorista de Arthur Harris, se vanagloriaba de la destrucción por la destrucción,
y estaba a favor de la aniquilación más completa y posible del enemigo, es
decir la población inocente. El caso más
insólito y despreciable dentro de la campaña de bombardeos sobre Alemania, fue
la destrucción del Zoo de Berlín en 1943, con miles de bombas incendiarias, y
bidones de fosforo. Aquí ardieron quince
de los edificios que componían el magnífico Zoo de Berlín, en donde murieron más
de 2,000 animales. Después de tanto
dolor infligido a seres inocentes, a este terrorista no le montaron un juicio para
que pagara por sus abominables crímenes. Una vez más la historia la cuentan los vencedores,
faltaría más.
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