Se podría
decir que era un tipo con éxito. Había
labrado su carera en el vertiginoso mundo de las finanzas, en calidad de bróker
de un afamado banco privado de inversiones. Para él era de lo más normal manejar
transacciones de decenas de millones de dólares a la semana. Siempre se le podía ver en los restaurantes
mas chic de New York, en donde no cenaba por menos de 200 dólares el cubierto. Conducía con insolencia un Lamborgini de
ultima gama. Eso le daba una agradable
seguridad y prestigio en los locos fines de semanas. De lo que más orgulloso se sentía era de su carísimo
pent-house en el barrio de Upper East Side en New York. Pudo pagarlo con un par de comisiones tras
lograr para el banco donde trabajaba unos beneficios anuales de más de
cincuenta millones de dólares. A nivel
sexual su vida era un continuo cambio de pareja. Eso para él era lo más parecido a mudarse de
calcetines.
Él
era el clásico prototipo de la cultura de los triunfadores. Se había doctorado en la elitista universidad
de Harvard, en donde pudo lograr su Degree en Ciencias Económicas con solo 26 años.
Estos logros tenían su lado oscuro, púes
su desenfrenada forma de vivir para ganar y acumular dinero le pasaba una
amarga factura. Ésta no era otra que su adicción
sin freno a la droga de moda que era la cocaína. Eso era su talón de Aquiles. No podía dejar de consumirla para poder
mantenerse en la cúspide. Aquella noche
algo inusual le ocurrió en su vida. Tenía
todo un fin de semana por delante, y una gripe que le impedía salir a divertirse.
Eso le hizo gastar el tiempo en beber y
tomar drogas. Su aburrimiento era tan
obvio que cambiaba los canales de televisión sin prestar mucha atención. Sin embargo fue viendo un documental sobre
cuidadores de Elefantes en Tailandia lo que le llamó su interés.
Durante
cerca de una hora pudo ver la vida de un campesino tailandés que cuidaba de un
grupo de jóvenes Elefantes. Fue durante
ese tiempo que por primera vez sintió una envidia como nunca antes había sentido.
Púes eran los otros los que les
envidiaba su triunfadora vida. Ahora era
él quien deseaba ser aquel humilde campesino, que con paciencia y ternura se
comunicaba con aquellos hermosos paquidermos. Se dijo viendo aquel reportaje que su vida era
una estéril batalla. Aquél campesino sin
duda era más feliz que él. Deseaba ser
aquella persona que solo emanaba bondad. Es por eso que la idea de una súbita catarsis
se instaló en su mente. Necesitaba un
giro radical en su manera de vivir y ver la vida. Aquél campesino tailandés le indicaba sin duda
el camino, un camino que tomó al lunes siguiente, presentando su dimisión del
puesto de trabajo que tenia en el banco.
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ResponderEliminarAgustín, por casualidad ¿no estás hablando de JP2 (Jordi Pujol hijo).
ResponderEliminarEs que se ajusta al mismo curriculum al principio. En parte. Ya me dirás. Este que describes es más listo y sabe más.
No sabia que el hijito de Jordi Pujol le daba tambien a la coca.Claro que dinerito no le sobra al angelito.En si el post es ficcion,Aunque se ajusta mucho a la realidad,un saludo,
EliminarHay muchas cosas que de los hijos de Pujol se pueden decir y más que se va a saber. El pasado sábado una TV, Intereconomía ya esbozó la cantidad de sinvergonzadas que hacen estos niños riquitos realcionados con lo más siniestro del PRI mejicano.
EliminarYa te digo, la primera parte de tu post parece sacado de la vida del mayor de don Pujole.
¿Sabes que hay un ruta turística como culto a la personalidad de Pujol padre que pagamos los españoles con nuestros bolsillos?.
En fin. Agustín. España cada día más bananera.
Hoy nos traes una lección sobre elecciones vitales, no resulta fácil tampoco en el mundo empresarial, drogas aparte, rechazar un puesto de mayor responsabilidad, salvo que uno solicite un incremento de sueldo exagerado pero bien justificado y le digan que no puede ser.
ResponderEliminarEso fue la gripe, seguro que en cuanto que se le paso volvió a las andadas, jejeje.
ResponderEliminarSaluditos.
Yo creo que tomo demasiado polvo blanco,ja,ja,ja,un saludito,
EliminarHombre, una casita de campo y un perro causa el mismo efecto sedativo para el alma, tampoco hay que exagerar :D :D
ResponderEliminarLlevas razon.Creo que se me fue la mano con este personaje de ficcion,saludo.
EliminarLa diferencia con el JP2 es que este se fue a cuidar elefantes de cemento. A este pobre hombre, entre la fiebre, el polvo y el alcohol, convirtió su materia gris en una coctelera.No obstante alguno hay quien, tras una "visión", cambia su forma de vida Pocos pero haberlos haylos.
ResponderEliminarEs dificil ver algo de luz hoy en dia.Pues esto parece el planeta de los ciegos viviente .un saludo,
EliminarLa pasta es la pasta, aquí y en Pekin.
ResponderEliminarLLevo un rato mirando la imagen del cabecero de tu blog y tiene cierto parecido a mi viejo Guanche, no tú, el caballo. Ya te enviaré alguna foto de el. Esta un poco cascado, pero es que los años no perdonan, ni a el ni a mi.
Ya quisiera yo parecerme a este hermoso y noble caballo.Eso si se dejaba acariciar y me dio unos momento de felicidad.Esta foto se de New Zealand tierra de hermosos caballos,un saludo,
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