Pocos pensadores han sabido plasma el mercantilismo y los
bienes que ellos conllevan, como lo hizo MANDEVILLE. Les dejo sobre sus misántropas ideas, que atañe
a las clases más desfavorecidas:
Las abejas de otros tiempos estaban bien gobernadas. Sus
trabajos y sus reyes, las hicieron afortunadas, unos ávidos avispones. En las
colmenas se deslizaron, estos zánganos no trabajaron. Pero les dieron sermones. Os prometemos el cielo.
Dadnos a cambio vuestra cera y vuestra miel.
Las abejas que creyeron, pronto el hambre padecieron, las mas tontas murieron.
Con un enjambre nuevo, el rey, las socorrió al fin. Todos los espíritus se iluminaron,
están todos desengañados. Los zánganos fueron masacrados, y las abejas prosperaron.
Según Mandeville ningún reino, ningún Estado, puede
florecer sin vicios:
Suprimid la
vanidad a las grandes damas, ya no habrá más bellas manufacturas de seda.
Suprimid la avaricia a los negociantes, la flota inglesa seria aniquilada.
Despojar a los artistas de la envidia, la emulación cesa, se recae en la
ignorancia y la tosquedad. Incluso el crimen es necesario, púes ¿que iban a vivir
los jueces y los verdugos?
Lo que hacemos por nuestros amigos y parientes lo hacemos,
en parte, por nosotros mismos. La caridad es la virtud que nos impulsa a
transferir parte de ese sincero amor que nos profesamos, puro y sin mezcla, a
otros seres a los que no nos unen lazos de amistad o parentesco, simples
desconocidos hacia quienes no tenemos ninguna obligación, y de los que nada
esperamos.
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