Últimamente algunas noticias hablan de forma prepotente,
sobre opiniones de afamados científicos expertos en células madre, biología
molecular y otros asuntos relacionado, con la posibilidad de que el ser humano
pueda llegar muy pronto a conseguir la inmortalidad. Como muestra de sus teóricos
delirios, ponen como ejemplo a la Hidra, que puede regenerar sus células dañadas
o muertas. Como era de esperar, algunos de estos hombres de infinita soberbia,
dan a entender que el ser humano podría igualar a la Hidra. En pocas palabras
ni envejeceríamos, ni moriríamos. Uno que es algo escéptico sobre asuntos religiosos,
se atreve a opinar que algunos hombres de ciencia en su total arrogancia, creen
que pueden suplantar a Dios, con sus blasfemas propuestas de inmortalidad.
Tanto si hemos sido creados por Dios, evolucionado o
diseñado por otras formas inteligentes de vida espacial, una cosa es cierta. El
estado natural de la Hidra, es regenera,
sin ayuda de nada, sus células muertas o dañadas. Pero nosotros, pobres mortales, tenemos otro destino, que es
nacer, vivir y morir, así de simple. Ningún científico soberbio, podrá
modificar nuestro destino final, y por supuesto jamás llegaremos a regenerar ni
modificar nuestras células como la maravillosa criatura llamada Hidra, digo
yo.
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