Erase una vez en la hermosa localidad de
Torrejón de Ardoz, que vivía un noble y bondadoso anciano de 81 años, que aun tenia la entereza
y cariño para cuidar de su anciana esposa con problemas de Alzhéimer. Esta bellísima persona era popular en el barrio,
por su dedicación no solo con su mujer, también por su educado comportamiento
con el resto de la ciudadanía. Un día su longeva vida acabó de forma alevosa y cruel.
Todo ocurrió cuando un joven infrahumano
le mató de un brutal puñetazo en el rostro. La culpa del anciano era
cruzar un paso de peatones. Lo que no podía prever el anciano era que una alimaña
que conducía a alta velocidad, tuviera que frenar bruscamente ante las mismas
narices del anciano. Fue entonces cuando el asustado anciano increpó al malvado
conductor, blandiendo un inofensivo bastón. Aquella ofensa era imposible de aguantar,
púes la cucaracha llevaba de acompañante a una meretriz. En un zafio ataque de
machismo salió del coche y estampó un puñetazo al anciano. Como consecuencia de
la agresión cayó al suelo, y se golpeo la cabeza, allí mismo falleció.
En vez de prestarle auxilio, la hiena y
su acompañante huyeron cual ratas despavoridas. Dentro de esta tragedia gratuita que costó una
vida inocente, el desaprensivo joven ya ha sido detenido. Ahora el padre de la
hiena que es de raza gitana, en unas cínicas declaraciones echa la culpa a la victima,
púes ofendió con insultos racistas a su bondadoso chiquillo por ser gitano.
Claro la sangre y la ira se apoderó de esta bondadosa alimaña, al ser insultado
y se le cruzaron los cables. En fin esperemos que este infrahumano se pudra en
la cárcel. Claro que al tratarse de una persona de etnia gitana, sus abogados
podrán esgrimir la atenuante de odio racial como motivo del fatal ataque, digo
yo.