Dicen los expertos sobre el estudió del reino animal, que
lo único que diferencia a los seres humanos de los animales, es que nosotros
los humanos lloramos y tenemos un alma. Sin
embargo los animales carecen de la sensibilidad de llorar, y por supuesto de
tener un alma. En mi humilde opinión,
creo que cualquier animal mamífero, derramará más de una lágrima cuando son
salvajemente masacrados, tanto por humanos como por otros animales. En el Zoo de la capital de el Salvador,
habitaba hasta hace unos días un simpático Hipopótamo llamado Gustavito. Éste hipopótamo llevaba más de 12 años
viviendo en cautividad en dicho Zoo. Era
la atracción de los chiquillos que visitaban el Zoo. Claro, tanta felicidad no iba a durar para siempre;
éste singular animal apareció muerto al ser salvajemente golpeado y
terriblemente acuchillado. Las
autoridades del Zoo no dan crédito a tal abominación.
Yo creo que la sociedad salvadoreña está impregnada de
una crueldad, que raya en lo enfermizo. Son
decenas de décadas de cruentas guerras civiles; a esta desgracia se tiene que añadir
el fenómeno de las pandillas salvajes de los Salva Truchas. Finalmente estoy seguro que antes de que
Gustavito muriera, pudo mirar a sus asquerosos verdugos y se le escaparían
algunas lágrimas, al comprobar cómo los seres que fueron creados a la imagen de
Dios, pueden comportarse de forma tan inhumana, con animales como él y otros
que sufren la maldad humana. Lo más
seguro es que Gustavito pensaría al morir, que su horrible muerte y destino no
le importa ni a su mismísimo Creador, digo yo.
Es lamentable que, los que nos consideramos humanos, terminemos siendo como las bestias salvajes. Nos hemos vuelto insensibles ante el dolor de las demás criaturas, sean estas humanas o animales. A veces los hombres, son más animales que los propios animales.
ResponderEliminarSaludos cordiales
A los animales solo los recordamos cuando estamos comiendo un filete o cazando una inocente cria de foca. Triste destino ser animal. Un abrazo
ResponderEliminarA los animales solo los recordamos cuando estamos comiendo un filete o cazando una inocente cria de foca. Triste destino ser animal. Un abrazo
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