Todavía recuerdo como si fuese ayer la inconcebible pandemia que afectó a un sector de la casta política de los países del mundo allá por el lejano año del 2012. Todo empezó con un salvaje brote de sensatez, que se resumía en una imperiosa necesidad de destruir los arsenales nucleares de todos los países poseedores de ellos. Esta materia incluía Misiles Intercontinentales, Submarinos Atómicos, Armas Químicas, y por supuesto Satélites Orbitando en el Espacio como arma letal. Para anunciar al mundo este histórico evento, se acordó una magna conferencia en el emblemático recinto de las Naciones Unidas. Esto como era de suponer, marcó un gran precedente en la historia de la organización. Los jefes de los Estados de 300 países acordaron sin ningún voto en contra (ni el veto de Rusia, China, e Irán) el desmantelamiento de todos los arsenales nucleares del mundo.
Hasta un país tan pequeño como Israel aplaudió la insólita medida prestándose a desmantelar y destruir su impresionante arsenal de 300 bombas atómicas. Unas de las propuestas mas aplaudidas por los participantes fue la idea del representante de EE.UU. que consistía en hacer de las bases militares parques temáticos y zonas verdes para el esparcimiento de la población. La pandemia hacía que los delegados de cualquier país rivalizaran en propuestas a cual mas nobles y pacifistas.
La trascendencia de la noticia corrió más veloz que el viento en todas las grandes urbes. Las masas enfervorizadas salieron a la calle a festejar este milagroso y mágico momento. Algunas personalidades propusieron que este día fuera proclamado día del Sentido Común, para que las futuras generaciones se sintieran orgullosas del legado de sus antepasados. Los grandes perdedores de esta fiesta de la paz fueron por descontados el consorcio de armamentos, la industria militar, y los traficantes de armas. Sus negocios se derrumbaron como un castillo de naipes.
Todo parecía perfecto, hasta que mirando al cielo estrellado de una singular noche de verano, pude vislumbrar un extraño fogonazo que me hizo predecir que la tercera guerra mundial había comenzado. Y esta vez no era un sueño. La peor de las pesadillas acababa de instalarse en el planeta tierra, la guerra termonuclear.
I still recall as if it were yesterday the inconceivable pandemic that affected a sector of the political caste of many countries in the world during the now faraway year 2012. Everything began like sprouts of common sense, which morphed into an urgent necessity to destroy the nuclear arsenals of all the countries that possessed them. These weapons included Intercontinental Missiles, Atomic Submarines, Chemical Weapons, and of course all kinds of Satellites Orbiting in Space like lethal weapons. In order to announce to the world this historical event, I remember that there was a magna conference within the emblematic enclosure of the United Nations. This conference marked a great precedent in the history of the organization. The Heads of the States of 300 countries decided against the use of the weapons with overwhelming ‘no’ votes, (not even were there vetoes of Russia, China, and Iran) leading to the dismantling of all the nuclear arsenals of the world.
Even a small country like Israel applauded the unusual measures taken, lending itself to dismantle and to destroy its impressive arsenal of 300 atomic bombs. One of the proposals that was most lauded by the participants was the idea of the representatives of the USA, which consisted of transforming the existing military bases into theme parks and green zones for the use and relaxation of the general public. The pandemic led to various proposals from the delegates, who were coming up with noble and pacifist ideas for the welfare of the people.
The importance of the news spread faster than the wind in all the big cities. The euphoric masses went out to celebrate this miraculous and magical moment. Some people proposed that this day be proclaimed the Day of Common Sense, so that future generations can feel proud of the legacy of their ancestors. The biggest losers of this celebration of Peace were without doubt Arms Consortium, the Weapons Industry, and the Arms Dealers and Traffickers. Their businesses collapsed like a house of cards.
Everything seemed perfect, up to the moment when I could glimpse a strange flash of light while I was contemplating the stars of the summer night; this led me to think that World War III could have already commenced. And this time it was not a dream. This became one of the worst nightmares on planet earth: the thermonuclear war.
por supuesto, ojalá no fueran necesarias las armas de disuasión.
ResponderEliminarUn buen texto.
saludos blogueros
Espero que todo se quede en un cuento bien relatado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita
un fuerte abrazo
fus