miércoles, 16 de enero de 2019

LOS CHALECOS AMARRILLOS NOS MARCAN EL CAMINO



Tengo que reconocer que el movimiento social llamado los chalecos amarillos, que ha hecho su aparición en Francia, me llena de una gran alegría y admiración. Tienen los ciudadanos franceses el don y la valentía de salir a la calle para defender con unas y dientes, sus derechos adquiridos, a través de grandes movilizaciones de masas. Un ejemplo lo estamos viendo estos días en las calles de Paris.  De manera espontanea y libertaria, trabajadores, mujeres, estudiantes, se están uniendo contra la política liberal de Emanuel Macron. A las grandes manifestaciones de rechazo a los impuestos que se ceban contra el ciudadano francés, decenas y decenas de miles de ciudadanos inundan las calles de las ciudades francesas.

Qué gran diferencia con la pacata y sumisa ciudadanía española, aquí entran ilegalmente miles de árabes y africanos, y los gastos que esta invasión supone para las arcas del estado, tiene que pagarlo finalmente el empobrecido ciudadano español, que irónicamente da su voto a un partido de delincuentes liderado por Pedro Sánchez y el clan separatista de Catalunya. Es por eso que me da una enorme envidia, cómo los chalecos amarillos saben defender sus derechos, mientras aquí en Espana, solo sabemos reírnos con los chiste sobre los ladrones que son la gentuza que hoy manda en la vieja Iberia, digo yo.

viernes, 11 de enero de 2019

UN AFRANCESADO LLAMADO ALBERT RIVERA



Ha tenido la mala suerte la nación española, durante la historia de estos últimos tiempos, que su vecino más cercano Francia, haya intentado debilitar a España con la cobarde colaboración de los llamados afrancesados, gentuza que no han dudado en traicionar a su patria, y ofrecer sus servicios al arrogante Gabacho.  Un caso digno de mencionar, fue durante nuestra gloriosa guerra de la independencia contra las huestes napoleónicas. En este singular caso, fueron muchos los hombres ilustres que deseaban que Napoleón derrotase a los aguerridos españoles.  Ahora en nuestra época, los que rinden pleitesía a Francia son numerosos.  Un caso digno es la de un acomplejado, con ínfula de ser presidente de España, llamado Albert Rivera.  Esta marioneta no se esconde para demostrar qué fascinado está por otro mediocre llamado Emanuel Macron.  Resulta que el pequeño Napoleón ordenó a Albert Rivera, que rompa cualquier vinculo con un partido racialmente español, cómo lo es VOX.

Pero el caso de sumisión surrealista llegó cuando un antiguo ministro del interior francés ha sido recibido con los brazos abiertos, por Albert Rivera, para que represente a Ciudadano, como el futuro alcalde de Barcelona, en las próximas elecciones municipales. Me pregunto, y muchos españoles también, ¿qué cojones hace un tal Manuel Valls como candidato a la alcaldía de la Ciudad Condal?  En fin los traidores y acomplejados, ante los cantos de sirena de Francia, son algo típicos de los que siempre han renegado de la vieja y noble nación ibérica, digo yo.

miércoles, 2 de enero de 2019

MIMETISMO Y PATÍN ELÉCTRICO



Una vez más el aburrido mimetismo de las masas occidentales, se apodera de sus vulnerables mentes, y como chiquillos le dan por el fastidioso patín eléctrico. Las calles, plazas y aceras se ven llenas de jovencitos y personas adultas, conduciendo de manera frenética dichas maquinas.  Como consecuencia del consumo enfermizo, y de lo barato que resulta alquilar o comprar dichos patinetes, todo el mundo se apunta a semejante ejercicio de mimética estupidez. De esta manera el pacifico peatón se convierte en una víctima de más de un descerebrado, que conduce de manera kamikaze estos diabólicos patines eléctricos. Los accidentes mortales han comenzado a cobrarse sus primeras víctimas entre estos conductores temerarios del patín.  De siempre un patinete era un artículo para un chiquillo de ocho o diez años, pero ahora como todo se cuantifica por hacer negocio, de las aburridas y opulentas sociedades occidentales, que viven sin problemas de índole económico, le han dado por inventar el patín eléctrico, púes saben que las masas lo acogerán como un juguete más de su colección.  Me pregunto, si no sería más sano y seguro que cualquier descerebrado que conduce ese patín, se diera un plácido paseo por un hermoso parque, en vez de tocar los cojones con su patín eléctrico al pacifico peatón de pie, digo yo.