Tengo
que reconocer que el movimiento social llamado los chalecos amarillos, que ha
hecho su aparición en Francia, me llena de una gran alegría y admiración.
Tienen los ciudadanos franceses el don y la valentía de salir a la calle para
defender con unas y dientes, sus derechos adquiridos, a través de grandes
movilizaciones de masas. Un ejemplo lo estamos viendo estos días en las calles
de Paris. De manera espontanea y
libertaria, trabajadores, mujeres, estudiantes, se están uniendo contra la
política liberal de Emanuel Macron. A las grandes manifestaciones de rechazo a
los impuestos que se ceban contra el ciudadano francés, decenas y decenas de
miles de ciudadanos inundan las calles de las ciudades francesas.
Qué
gran diferencia con la pacata y sumisa ciudadanía española, aquí entran ilegalmente
miles de árabes y africanos, y los gastos que esta invasión supone para las
arcas del estado, tiene que pagarlo finalmente el empobrecido ciudadano español,
que irónicamente da su voto a un partido de delincuentes liderado por Pedro Sánchez
y el clan separatista de Catalunya. Es por eso que me da una enorme envidia,
cómo los chalecos amarillos saben defender sus derechos, mientras aquí en
Espana, solo sabemos reírnos con los chiste sobre los ladrones que son la
gentuza que hoy manda en la vieja Iberia, digo yo.