No
siendo yo muy entusiasmado con la lectura de La Biblia, y en especial con el
Viejo Testamento, el otro día me llamó la atención el Libro de la Sabiduría. Después de leer algunos capítulos, me dije a
mi mismo que lo que con tanta curiosidad estaba leyendo, podía haberlo escrito
Sade, Schopenhauer y hasta Cioran. Pues
era tanta la fatalidad que se desprendía del texto, que una súbita melancolía
se adueñó de mi ser, al comprender lo estéril y fútil que es toda lucha. Les
dejo con algunos pasajes.
“Corta
y triste es nuestra vida, y no hay remedio cuando llega el fin del hombre, ni
se sabe que nadie haya escapado del hades. Por acaso hemos venido a la existencia,
y después de esta vida seremos como si no hubiéramos sido, porque humo es
nuestro aliento, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón. Nuestro nombre caerá en el olvido con el tiempo,
y nadie tendrá memoria de nuestras obras, y pasara nuestra vida como rastro de nube,
y se dispararan como niebla herida por los rayos del sol que a su calor se desvanece.
Pues
el paso de una sombre es nuestra vida, y sin retorno es nuestro fin, porque se
pone el sello y ya no hay quien salga. Venid,
pues, y gocemos de los bienes presente, demosnos prisa a disfrutar de todo en
nuestra juventud. Hartemosnos de ricos y
generosos vinos, y no se nos escape ninguna flor primaveral. Coronemos de rosas
antes que se marchiten, no haya prado que no huelle nuestra voluptuosidad. Ninguno de nosotros falte a nuestras orgias,
quedé por doquier rastro de nuestras liviandades, porque esta es nuestra
porción y nuestra suerte...”