Pasan los días y la sangre no deja de brotar dé los cuerpos indefensos de la población civil siria. Éste mes de Agosto podría catalogarse como el más terrorífico dentro de la rutinaria e infernal carnicería, a la que esta sometida la sociedad civil de Siria. Ya no se cuentan los muertos sencillamente, se les entierra deprisa y corriendo en pleno y despiadado bombardeo. Las victimas infantiles sufren una brutal escalada de muertos, juntos con mujeres y ancianos. Sólo existe una palabra en la mente enloquecida del nuevo Heliogábalo de Siria Bashar Al Assad, esta es Matar, Matar, Matar y a ser posible a toda prisa. Pero este panorama digno de un genocidio no encuentra eco ni respuesta en las civilizadas cancillerías europeas. Será porque es verano y los jerarcas de Europa están por otras cosas más mundanas, digo yo. La verdad es que aquí nadie da un puñetazo en la mesa para intentar acabar con este torrente de sangre que inunda a Siria. Claro, la coartada de Europa y USA es que como China y Rusia ponen el veto para intervenir como se hizo en Libia, púes nada, a contemplar a la hora de la cena las horripilantes imágenes de la masacre.
Tampoco conviene molestar a Míster Obama en plena campaña electoral. Así de esta forma ignominiosa la indiferencia se aposenta en las gentes, púes eso es lo que está pasando en el mundo, una cobarde y cómplice indiferencia a la sangre que se derrama en Siria. O en su caso una sutil complacencia al saber que los musulmanes se están despedazando entre ellos. La ultima matanza ha ocurrido en la periferia de Damasco en un suburbio llamado Daraya, en donde casi 300 personas fueron literalmente ejecutada dentro de una mezquita. Las inocentes victimas presentaban tiros en sus cabezas, cuellos y estómagos. La forma de operar del ejercito sirio es primero bombardea con artillería pesada, luego entra en acción los helicópteros artillados, para más tarde entrar al degüello los sanguinarios Shabiha, una especie de escuadrones de la muerte al servicio del régimen. Conclusión, esperemos que el asesino que aun manda en Siria sea sentado ante el Tribunal Internacional de La Haya, púes seria una vergüenza que Rusia u otro país diera asilo a esta rata sarnosa y cubierta de sangre inocente, sangre que no pide indiferencia sino un castigo. Si fuera la muerte seria más que bienvenida, digo yo.
Days pass by and the blood of the helpless Syrian civilians keep flowing. This month of August could be categorized as the most terrifying in this unending and hellish carnage that the civil society of Syria has been subjected to. They are no longer counting the casualties, as more and more are buried, victims of the full on and ruthless bombing. Children, women and the elderly are the usual victims in this brutal escalation of violence. There is only one word in the crazy mind of the new Syrian Elagabalus, Bashar Al-Assad, and that is to kill, kill, kill and the faster, the better. But this genocide has not been echoed in the media and there has been no response from the civilized European governments. Maybe because it's summer and the leaders of Europe have other more mundane things to do. The truth is that no one here gives a damn about ending the torrent of blood that floods Syria. The alibi of Europe and USA, of course, is that as China and Russia has used their vetoes against intervention, just as they had done in Libya, and so we are left to contemplate the horrifying images of the massacre during dinner time.
Neither should we bother to call upon Mister Obama to act while he is busy preparing for the re-election campaign. Thus this shameful indifference is the rule of the day, an indifference to what is happening in the world, a cowardly and consenting indifference to the blood spilled in Syria. Or in many cases, even a subtle satisfaction, knowing that the Muslims are fighting among themselves as their society crumbles. The latest killing occurred on the outskirts of Damascus in a suburb called Daraya, where nearly 300 people were literally executed inside a mosque. The innocent victims were shot in their heads, necks and bellies. First the Syrian army would bombard with heavy artillery, then they would deploy their armed helicopters and this is followed by the troops coming into the picture to carry out the massacres, usually by the bloodthirsty Shabiha, a kind of special forces death squad. In conclusion, let us hope that the responsible leader for this would be sent to sit before the International Tribunal in Hague, and it would be a great shame if Russia or other country were to grant asylum to this evil rat and covered with the blood of the innocent blood, the blood that clamours for justice. If the punishment happens to be the death sentence, I would definitely concur.